miércoles, 6 de abril de 2011

LA VISITA A HOWARD FAST



El Viernes 25 de Marzo del 2011 nos invitaron a la presentación de la novela, La Visita a Howard Fast del autor Felipe Galván, la presentación estuvo a cargo de nuestro amigo Octavio Augusto Navarrete, Iris García Cuevas, Luis Vargas Santa Cruz y el autor Felipe Galván, el evento fue en El Centro Cultural Casona de Juárez en Acapulco, Guerrero.



La visita a Howard Fast

Octavio Augusto Navarrete Gorjón

1.- Es tarea difícil comentar el libro de un intelectual al que admiramos y con quien hemos caminado juntos por senderos de creación, de lucha y de reflexión. En lugar de estar investigando cómo hizo el autor para que Paco Ignacio Taibo se topara con Espartaco en pleno siglo XXI, luchara con él cuerpo a cuerpo y se comunicaran en esperanto; en lugar de eso, debería estar preguntando a Felipe Galván por los amigos, compañeros y compañeras que hace mucho no vemos; por el ambiente intelectual en Puebla, por su universidad, Benemérita y por tantas cosas que nos han unido desde hace un tercio de siglo.

El asunto es que aquí nos trae Howard Fast, a quién Felipe ha recuperado de un silencio de casi treinta años. El autor de Espartaco (de la obra literaria, no del hecho histórico, de la lucha de los gladiadores romanos contra sus opresores) es un personaje clave para comprender el ambiente intelectual de un siglo (el primero, antes de cristo) que es fundacional para la cultura clásica y la civilización occidenta. La novela de Galván reúne las características de ser una novela histórica; al leerla recreamos esa parte oscura de la sociedad norteamericana, cuando la censura, la persecución y la intolerancia eran hechos cotidianos, validados por un comité del senado que vigilaba contra lo que pomposamente llamaban “las acciones antinorteamericanas”. Qué bueno que en la obra, el senador Eugene McCarthy es el ratoncito Mickey Mouse.

2.- Galván regresa a sus temas originarios. Fue una persecución de la guerra sucia el tema de una obra de teatro que se llama Historia de Miguel, la búsqueda afanosa de la señora Margarita Cabañas por encontrar con vida a su esposo, Miguel Nájera, de la sierra de Atoyac. La historicidad en el caso de la novela que hoy presentamos es triple: hacia atrás porque Espartaco existió y se alzó en armas en la última centuria del siglo pasado; el siglo de Octavio Augusto, de Cicerón, de Julio César y Catilina; del siglo donde se resumen todos los atavismos, las esperanzas, los mitos y los dichos de lo que después se llamaría la civilización occidental. También hacia atrás es histórico porque Howard Fast existió como escritor, pero también como perseguido político del macartismo; y, hacia adelante es histórico porque Tanto Espartaco, como Fast, como Taibo y como Felipe Galván, hacen renacer en el siglo XXI una esperanza libertaria. Hoy más que nunca está presente la frase que dijo el esclavo tracio cuando fue crucificado: “Regresaré y seré millones”

3.- La obra se divide en 25 pequeños capítulos, los primeros tres y los últimos cuatro son una verdadera lección de historia. En los otros, la trama entre Paco Taibo que sufre las quebradoras, las voladoras y el calzón chino de parte del gladiador, la historia se desenvuelve con desenfado, con la antisolemnidad propia de la novela negra y en un tiempo que puede ser éste o cualquier otro. En varios de los capítulos centrales, el autor abusa de los diálogos. Se explica por su formación como dramaturgo, antes que escritor de novelas. Infancia es destino, Galván lleva en su pluma la urgencia de la expresión del rostro y todo el lenguaje corporal del teatro. Ese método da a la obra un ritmo fluido, que el lector no quiere que se detenga (porque si se detiene, Espartaco cae al piso como un costal de papas, sonando fuerte y desparramando todas las tripas y su contenido en el ring que apenas cabe en una pequeña habitación de la casa de Fast).

4.- El 14 de marzo del 2003, Fast murió en su casa de Norteamérica y Paco Ignacio Taibo escribió un bello artículo alusivo en la Jornada. Relata en él la cita que logró pero nunca consumó con el escritor. Es admirable cómo unas líneas necrológicas, inspiran a Felipe Galván para realizar una bella novela de historia, de libros, libertaria y de ficción.

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